Esta es una traducción del artículo original de la página Parents with Inconvenient Truths about Trans (PITT): Transgender's Connection with Pornography: It's Undeniable - Parents with Inconvenient Truths about Trans (PITT) (substack.com)
Soy padre de una niña que padece disforia de género de inicio rápido (DGIR en español, ROGD en inglés). Se trata de un nuevo fenómeno en el que un niño, que era perfectamente feliz en su cuerpo hasta que, justo en la pubertad, anuncia de repente que es del sexo opuesto. En el caso de mi hija, cuando desarrolló esta condición, tiró toda su ropa femenina, se cortó el pelo súper corto, se negó a salir en público sin una faja para el pecho (binder) y dejó de depilarse las piernas. Y, por supuesto, se inventó un nuevo nombre que sonaba a hombre e insistió en que todo el mundo lo usara, junto con los pronombres masculinos asociados.
En el caso de la DGIR, desde el punto de vista de los padres, el cambio es abrupto y sin previo aviso -de ahí el término "rápido"-, pero ese término es algo engañoso. La DGIR no surge de la nada, a pesar de lo que pueda parecer en un principio, ni la incongruencia corporal de la disforia de género surge de forma orgánica como proclaman los ideólogos del género. No es algo que el niño ROGD haya sentido siempre. Y la identidad trans no es algo que esa niña determine por sí misma. Más bien, se fabrica y se cultiva cuidadosamente en Internet y en los grupos de iguales, como una planta cuidada. Se coloca la bonita maceta; se añade la tierra; se implantan las semillas; se echa agua con cuidado; y se coloca la maceta al sol, para que crezca más fuerte y más grande hasta que, finalmente, y de forma trágica, la niña que era feliz en su cuerpo ya no es reconocible, y no sólo por la vista. Su personalidad cambia para ser huraña, combativa y desvinculada. Ya no es jovial ni se interesa por casi nada, a menos que esté relacionado con su condición de trans.
Permítanme contarles cómo mi hija fue preparada para ser una niña con identificación trans a la edad de 13 años, y les aseguro que mi historia no es poco común, he escuchado el eco de esta historia en muchos otros niños con DGIR.
La historia de mi hija comenzó de forma bastante inocente, con una amiga que bromeaba diciéndole que siempre se hacía cargo de los juegos que se inventaban en el patio del colegio. Las niñas que toman las riendas son como los niños, dijo su amiga, y le puso un apodo masculino.
Ese mismo año, a mi hija le vino la regla. Era la primera de su grupo de amigas y era abundante y molesta. Se le desarrollaron los pechos. Naturalmente, no le gustaron estos cambios repentinos, como a la mayoría de las chicas al principio. La mayoría de las chicas de mi generación pasaron unos años llevando ropa holgada para tapar sus cuerpos en proceso de maduración. Hoy en día, esa incomodidad, perfectamente normal y esperable, es un claro signo de ser trans, según Internet.
También en 1º ESO, después de la clase de educación sexual en la escuela, el grupo de amigas de mi hija se sentó en el patio trasero de mi casa a discutir en qué categoría sexual se encontraban. "Creo que soy una L", anunció una. La "L" significaba lesbiana. Otra dijo que era a género. Mi hija dijo que era L o pansexual. Las 5 chicas eligieron una etiqueta distinta a lo que ahora se denomina "cis" o, en palabras de mi hija, el despreciado y despectivo término "básico".
Me preocupaba este nuevo lenguaje, así que asistí a la charla sobre sexo patrocinada por nuestra escuela pública. La organizó la Pflag, creo. La presentación no tenía sentido. El género es fluido, pero inmutable. Hay 46 géneros y todos los niños, independientemente de su edad, deben anunciar los pronombres en la presentación. Fui el único padre que les interrumpió para cuestionar su lógica ilógica. Al final me dijeron, básicamente, que me callara.
Luego, en 2º ESO, mi hija dejó de ser una buena estudiante. Se obsesionó con una chica mayor que conoció, que se identificaba como un chico. Mi preocupación aumentó. Empecé a revisar todos los dispositivos de mi hija, viejos y obsoletos i-phones y kindles. Durante mi investigación inicial, vi algunos textos extraños y TikToks, pero nada demasiado preocupante.
Después de una noche en la que mi hija tuvo un ataque de pánico, empezó a abrirse conmigo sobre la causa de su dolor y su ira, y sobre por qué su comportamiento había cambiado tan drásticamente. Me dio todas las contraseñas de todas sus cuentas, incluso las secretas. Admitió tener cuentas en todas las plataformas posibles: Discord, Twitter, Pinterest, Instagram y TikTok, algunas de las cuales yo no tenía ni idea de que existían. Pasé las siguientes dos semanas revisando cada dispositivo y cada plataforma. Lo que vi me puso físicamente enfermo.
La enamorada de mi hija, la chica que se identificaba como chico y era 3 años mayor que mi hija, le había enviado un vídeo de 10 minutos masturbándose con un enorme consolador. Sí, tenía pornografía infantil en mi dispositivo. Esa niña mayor hablaba del fisting y describía con detalle íntimo la anatomía femenina y los orgasmos a un grupo de unas 6 niñas de 13 años en Internet. Esta niña admitió haber sido abusada sexualmente cuando era niña. Admitió estar obsesionada con casos de pedofilia y asesinos en serie. Ahora, ella estaba pasando ese abuso a mi hijo y a otros niños. Admitió que se reunía con gente al azar en el parque de la ciudad para fumar marihuana y realizar actos sexuales.
Las jóvenes seguidoras trataban a esta chica mayor como una sabia. Estaban pendientes de cada palabra, le pedían consejo, veían su interminable flujo de TikToks, con sus bailes inducidos por las drogas en trajes de Superhéroe con paquetes abultados. Escuchaban sus historias sobre el ácido y las setas. Mi hija se interesó por las artes oscuras, porque eso era lo que le gustaba a esta chica mayor. Mi hija empezó a pedir todo lo que le gustaba a esta niña mayor: una tarántula, un trono, varios discos, un anillo en la nariz... ya te haces una idea.
Ahora sabía por qué mi hija se había vuelto irreconocible. El historial de todos los dispositivos estaba lleno de pornografía, y el porno era mayoritariamente de chicos con chicos. Era porno violento. Era porno de anime con escenas de violación, hombres de dibujos animados embarazados que eran sodomizados, gang bangs con niños de dibujos animados. Había sitios de Internet que contenían porno escrito, con palizas, seguidas de perdón y sexo.
Mi hija había sido absorbida por la "dark web" (red oscura de internet).
Sólo tenía 13 años.
Había búsquedas de mordazas, esposas, látigos y trajes de cuero. Había encuestas para determinar qué actos sexuales desviados realizaría. Había salas de chat en Discord e Instagram donde las chicas discutían sobre si eran las que estaban por debajo o por encima, las que daban o las que recibían, las que abusaban o las que eran abusadas. Hubo discusiones sobre excitación con armas. Había imágenes de perros de dibujos animados practicando sexo oral. Mi hija empezó a dibujar penes en las paredes de su habitación, en sus zapatos y en sus pantalones.
Accedí a los chats de grupo de mi hija con chicas jóvenes de todo el país en los que se enseñaban unas a otras a desvincularse de sus cuerpos para sentirse cómodas publicando fotos de sí mismas desnudas. Consejos que incluían cosas como "como eres realmente un chico, tu cuerpo de chica no es realmente tuyo, así que no es gran cosa vender fotos a hombres estúpidos por dinero".
Había un tutorial sobre cómo encontrar un "sugar daddy" y cómo crear una cuenta en amazon para que te compre cosas. Las chicas identificadas como trans más experimentadas decían "no te preocupes, puedes empezar poco a poco, sólo enseña el vientre. Puedes esconder tu cara y mostrar más". Encuentra un sugar daddy que no haga capturas de pantalla de Snapchat, de lo contrario estarás en todo Internet, advertía alguna chica de 14 años. Una chica se lamentó de lo mucho que tardó su sugar daddy en llegar al clímax mientras la veía bailar.
Me sumergí más profundamente. Miré a todos los seguidores de mi hija en TikTok - los seguidores eran MTFs, FTMs, chicas jóvenes mostrando pechos rebotantes, lenguas simulando sexo oral por niños de 14 años, hombres adultos siguiendo, niños anunciando su existencia como trans para aumentar sus seguidores e invitar a los depredadores. Indagué en sus seguidores de Twitter y encontré hombres que publicaban gang bangs con demostraciones de cosas que nunca podré dejar de ver. Leí el porno escrito que mi hija había leído. Era más que repugnante.
Empecé a llamar a contactos aleatorios de su teléfono. Había hombres adultos contestando. Un estudiante universitario anoréxico que tomaba estrógenos. Extraños de otros estados.
Después de varios intentos, despojé el teléfono de mi hija de todo acceso a Internet. Le quité a su iPad de la escuela los sitios más atroces. Compré una caja fuerte y guardé bajo llave todos los teléfonos y dispositivos. Le conseguí un nuevo número de teléfono para poder bloquear a todos los pedófilos y groomers (ciber acosadores adultos) con los que estaba en contacto.
Me encantaría decir que eso fue el final. Pero, como ves, la planta que crecía de los groomers no podía ser cortada tan fácilmente. Siguió replantándose, volviendo a crecer como suele hacer la adicción. La atracción del porno era tan fuerte que mi hija hizo que sus amigos le dieran sus viejos teléfonos. Hizo que sus amigos le enviaran capturas de pantalla de "comida" (su palabra para referirse a la pornografía escrita). Se escapó, afirmando que yo abusaba de ella porque bloqueaba Internet.
Así que, dime, ¿es orgánica la identidad trans de mi hija, que ahora tiene 15 años? ¿Es su identidad trans su auténtico y verdadero yo? ¿Es su auto identificación como chico algo que debería celebrarse? Yo sé, y tú también lo sabes ahora, que fue transformada lenta y metódicamente con intención por quienes se aprovechan de los jóvenes vulnerables.
Esta semana, después de encontrar otro teléfono escondido más, mi hija se ofreció a volver a ser una chica tradicional -llevar sujetadores, dejarse crecer el pelo, llevar ropa femenina estereotipada, decir a todo el mundo que usara su nombre femenino- a cambio de tener acceso a Internet con controles limitados. ¿Era tan adicta al porno que eso superaba su supuesta "identidad trans"? ¿Simplemente se estaba ofreciendo a esperar a tener 18 años para volver a hacer la transición? No lo sé. No estoy seguro de lo que haremos, pero una cosa de la que estoy seguro es que este grupo de chica/os DGIR no llega a sus identidades de sexo cruzado de forma orgánica o auténtica. Alguien planta la semilla. Alguien riega la semilla y alguien la pone al sol y la cultiva cuidadosamente por razones propias. Y nuestros hijos son las víctimas involuntarias.
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