Esta es la traducción del artículo original:
Jamie Reed en su casa de Missouri. (Theo R. Welling)
Hay más de 100 clínicas pediátricas de género en EE.UU. Yo trabajé en una. Lo que les ocurre a los niños es moral y médicamente espantoso.
Por Jamie Reed
9 febrero 2023
Soy nativa de San Luis, tengo 42 años, soy una mujer queer y políticamente estoy a la izquierda de Bernie Sanders. Mi visión del mundo ha marcado profundamente mi carrera. He pasado mi vida profesional asesorando a poblaciones vulnerables: niños en acogida, minorías sexuales, pobres.
Durante casi cuatro años, trabajé en la División de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad Washington atendiendo adolescentes y adultos jóvenes seropositivos. Muchos de ellos eran trans o no conformes con su género, y me sentía identificada: Durante la infancia y la adolescencia, yo también me cuestioné mucho mi género. Ahora estoy casada con un hombre trans, y juntos estamos criando a mis dos hijos biológicos de un matrimonio anterior y a tres niños de acogida que esperamos adoptar.
Todo eso me llevó en 2018 a un trabajo como gestora de casos en el Centro de Atención Transgénero del Hospital Infantil de San Luis de la Universidad Washington, que se había creado un año antes.
La hipótesis de trabajo del centro era que, cuanto antes se tratara a los niños con disforia de género, más angustia se podría evitar más adelante. Esta premisa era compartida por los médicos y terapeutas del centro. Dada su experiencia, supuse que había abundantes pruebas que respaldaban este consenso.
Durante los cuatro años que trabajé en la clínica como gestora de casos -era la responsable de la admisión y supervisión de los pacientes- pasaron por nuestras puertas unos mil jóvenes angustiados. La mayoría de ellos recibieron recetas de hormonas que pueden tener consecuencias que alteran la vida, incluida la esterilidad.
Dejé la clínica en noviembre del año pasado porque ya no podía participar en lo que allí ocurría. Cuando me marché, estaba segura de que la forma en que el sistema sanitario estadounidense está tratando a estos pacientes era lo contrario de la promesa que hacemos de "no hacer daño". Por el contrario, estamos perjudicando permanentemente a los pacientes vulnerables a nuestro cuidado.
Cuando me marché, estaba segura de que la forma en que el sistema sanitario estadounidense está tratando a estos pacientes era lo contrario de la promesa que hacemos de "no hacer daño".
Por el contrario, estamos perjudicando permanentemente a los pacientes vulnerables a nuestro cuidado.
Hoy alzo la voz. Lo hago a sabiendas de lo intoxicada que está la conversación pública en torno a este tema tan polémico, y de las formas en que mi testimonio podría ser mal utilizado. Lo hago sabiendo que me expongo a un grave riesgo personal y profesional.
Casi todo el mundo en mi vida me ha aconsejado que agache la cabeza. Pero no puedo hacerlo en conciencia. Porque lo que les ocurre a decenas de niños es mucho más importante que mi comodidad. Y lo que les está ocurriendo es moral y médicamente espantoso.
lo que les está ocurriendo es moral y médicamente espantoso.
Reed en su despacho. (Theo R. Welling)
Se abren las compuertas
Poco después de mi llegada al Centro de Atención Transgénero, me sorprendió la falta de protocolos formales de tratamiento. Los médicos codirectores del centro eran esencialmente la única autoridad.
Al principio, la población de pacientes se inclinaba hacia lo que solía ser el caso "tradicional" de un menor con disforia de género: un niño, a menudo bastante joven, que quería presentarse como -que quería ser- una niña.
Al principio, la población de pacientes se inclinaba hacia lo que solía ser el caso "tradicional" de un menor con disforia de género: un niño, a menudo bastante joven, que quería presentarse como -que quería ser- una niña.
Hasta 2015 aproximadamente, un número muy reducido de estos niños constituía la población de casos de disforia de género pediátrica. Entonces, en todo el mundo occidental, empezó a haber un aumento espectacular de una nueva población: chicas adolescentes, muchas de ellas sin antecedentes de angustia de género, que de repente declaraban que eran transgénero y exigían tratamiento inmediato con testosterona.
A partir de 2015, en todo el mundo occidental, empezó a haber un aumento espectacular de una nueva población: chicas adolescentes, muchas de ellas sin antecedentes de angustia de género, que de repente declaraban que eran transgénero y exigían tratamiento inmediato con testosterona.
Esto era lo que yo veía entonces en el centro. Una de mis tareas era atender a los nuevos pacientes y a sus familias. Cuando empecé había probablemente 10 llamadas de este tipo al mes. Cuando me fui había 50, y alrededor del 70% de los nuevos pacientes eran chicas. A veces llegaban grupos de chicas del mismo instituto.
Cuando empecé había probablemente 10 llamadas de este tipo al mes. Cuando me fui había 50, y alrededor del 70% de los nuevos pacientes eran chicas. A veces llegaban grupos de chicas del mismo instituto.
Esto me preocupó, pero entonces no me sentía en posición de dar la voz de alarma. Éramos unos ocho en el equipo y sólo otra persona planteó el mismo tipo de preguntas que yo tenía. Cualquiera que planteara dudas corría el riesgo de que le llamaran transfóbico.
Cualquiera que planteara dudas corría el riesgo de que le llamaran transfóbico.
Las chicas que acudían a nosotros tenían muchas comorbilidades: depresión, ansiedad, TDAH, trastornos alimentarios, obesidad. A muchas les habían diagnosticado autismo o tenían síntomas parecidos. Un informe del año pasado sobre un centro pediátrico británico para personas transgénero descubrió que alrededor de un tercio de los pacientes derivados allí se incluían en el espectro autista.
Con frecuencia, nuestros pacientes declaraban tener trastornos que nadie creía que tuvieran. Teníamos pacientes que decían tener síndrome de Tourette (pero no lo tenían); que tenían trastornos de tics (pero no los tenían); que tenían personalidades múltiples (pero no las tenían).
Los médicos reconocían en privado estos falsos autodiagnósticos como una manifestación de contagio social. Incluso reconocieron que el suicidio tiene un elemento de contagio social. Pero cuando comenté que los grupos de chicas que acudían a nuestro servicio parecían ser una manifestación de contagio social, los médicos dijeron que la identidad de género reflejaba algo innato.
Teníamos pacientes que decían tener síndrome de Tourette (pero no lo tenían); que tenían trastornos de tics (pero no los tenían); que tenían personalidades múltiples (pero no las tenían). Los médicos reconocían en privado estos falsos autodiagnósticos como una manifestación de contagio social.
Pero cuando comenté que los grupos de chicas que acudían a nuestro servicio parecían ser una manifestación de contagio social, los médicos dijeron que la identidad de género reflejaba algo innato.
Para empezar la transición, las chicas necesitaban una carta de apoyo de un terapeuta -normalmente uno recomendado por nosotros- al que sólo tenían que ver una o dos veces para obtener luz verde. Para que a los terapeutas les resultara más eficaz, les ofrecimos una plantilla sobre cómo redactar una carta de apoyo a la transición. La siguiente parada era una única visita al endocrino para que les recetara testosterona.
No hacía falta más.
Cuando una mujer toma testosterona, los efectos profundos y permanentes de la hormona pueden verse en cuestión de meses. La voz se agrava, brota la barba, la grasa corporal se redistribuye. El interés sexual estalla, la agresividad aumenta y el estado de ánimo puede ser impredecible. A nuestros pacientes se les informaba de algunos efectos secundarios, como la esterilidad. Pero después de trabajar en el centro, llegué a la conclusión de que los adolescentes simplemente no son capaces de comprender del todo lo que significa tomar la decisión de ser estéril siendo aún menor de edad.
Cuando una mujer toma testosterona, los efectos profundos y permanentes de la hormona pueden verse en cuestión de meses. La voz se agrava, brota la barba, la grasa corporal se redistribuye. El interés sexual estalla, la agresividad aumenta y el estado de ánimo puede ser impredecible
Efectos secundarios
Muchos encuentros con pacientes me hicieron ver lo poco que estos jóvenes comprendían las profundas repercusiones que el cambio de género tendría en sus cuerpos y mentes. Pero el centro restó importancia a las consecuencias negativas e insistió en la necesidad de la transición.
Muchos encuentros con pacientes me hicieron ver lo poco que estos jóvenes comprendían las profundas repercusiones que el cambio de género tendría en sus cuerpos y mentes
Como decía la página web del centro: "Si no se trata, la disforia de género tiene muchas consecuencias, desde autolesiones hasta el suicidio. Pero cuando se elimina la disforia de género permitiendo a un menor ser quien es, nos damos cuenta de que eso desaparece. Los estudios que tenemos muestran que estos menores suelen acabar funcionando psicosocialmente tan bien o mejor que sus compañeros".
No hay estudios fiables que lo demuestren. De hecho, las experiencias de muchos de los pacientes del centro demuestran lo falsas que son estas afirmaciones.
He aquí un ejemplo. El viernes 1 de mayo de 2020, un colega me envió un correo electrónico sobre un paciente varón de 15 años:
"Vaya. Me preocupa que [el paciente] no entienda lo que hace la Bicalutamida". Le respondí: "Creo honestamente que no vamos a empezar nada en este momento".
De: xxxxxxxx
Enviado: Viernes, 1 mayo 2020. 11:58 AM
A: Reed, Jamie xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Asunto: Re: Carta
Cariño. Me preocupa que XXXXXXX no entiende lo que hace la bicalutamida. No es solo un bloqueador, causará desarrollo del pecho… la familia parece estar segura de que sea la primera opción de tratamiento. En la carta dicen: “A veces da miedo, así que ella quiere ir despacio, pero finalmente se ve tomando estrógenos,” es preocupante… y el nombre escrito al final…
¿Qué hacemos ahora?
De: Reed, Jamie
Enviado: Viernes, 1 mayo 2020. 12:12 PM
A: xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Asunto: Re: Carta
Creo honestamente que no vamos a empezar nada en este momento.
Creo que esta es una carta diciendo esperar un poco más, y sí, creo que XXXXXXX no entiende lo que hace la bicalutamida.
La bicalutamida es un medicamento utilizado para tratar el cáncer de próstata metastásico, y uno de sus efectos secundarios es que feminiza el cuerpo de los hombres que lo toman, incluida la aparición de mamas. El centro recetó este medicamento contra el cáncer como bloqueador de la pubertad y agente feminizante para los chicos. Como la mayoría de los medicamentos contra el cáncer, la bicalutamida tiene una larga lista de efectos secundarios, y este paciente experimentó uno de ellos: toxicidad hepática. Fue enviado a otra unidad del hospital para su evaluación e inmediatamente se le retiró el fármaco. Después, su madre envió un correo electrónico al Centro de Atención Transgénero diciendo que teníamos suerte de que su familia no fuera de las que demandan.
Lo poco que entendían los pacientes en lo que se estaban metiendo quedó ilustrado por una llamada que recibimos en el centro en 2020 de una paciente mujer biológica de 17 años que tomaba testosterona. Dijo que sangraba por la vagina. En menos de una hora había empapado una compresa muy gruesa, sus vaqueros y una toalla que llevaba enrollada a la cintura. La enfermera del centro le dijo que fuera inmediatamente a urgencias.
Más tarde nos enteramos de que había mantenido relaciones sexuales y, como la testosterona debilita los tejidos vaginales, se le había desgarrado el canal vaginal. Hubo que sedarla y operarla para reparar los daños. No fue el único caso de desgarro vaginal del que tuvimos noticia.
Otras chicas estaban preocupadas por los efectos de la testosterona en su clítoris, que se agranda y crece hasta convertirse en lo que parece un microfalo, o un pene diminuto. Aconsejé a una paciente cuyo clítoris agrandado se extendía ahora por debajo de su vulva, y le rozaba dolorosamente en los vaqueros. Le aconsejé que se pusiera el tipo de ropa interior de compresión que usan los hombres biológicos que se visten para pasar por mujeres. Al final de la llamada pensé: "Vaya, le hemos hecho daño a esta niña".
Hay casos raros en los que los bebés nacen con genitales atípicos, casos que requieren atención especializada y compasión. Pero clínicas como en la que yo trabajaba están creando toda una cohorte de niños con genitales atípicos, y la mayoría de estos adolescentes ni siquiera han tenido relaciones sexuales todavía. No tenían ni idea de quiénes iban a ser de adultos. Sin embargo, todo lo que necesitaron para transformarse permanentemente fue una o dos breves conversaciones con un terapeuta.
Clínicas como en la que yo trabajaba están creando toda una cohorte de niños con genitales atípicos, y la mayoría de estos adolescentes ni siquiera han tenido relaciones sexuales todavía.
Recibir potentes dosis de testosterona o estrógeno -las suficientes como para intentar engañar a tu cuerpo para que se mimetice con el sexo opuesto- afecta al resto del organismo. Dudo que ningún padre que haya dado su consentimiento para administrar testosterona a su hijo (un tratamiento para toda la vida) sepa que posiblemente también le esté administrando medicamentos para la tensión arterial, el colesterol, la apnea del sueño y la diabetes.
Recibir potentes dosis de testosterona o estrógeno -las suficientes como para intentar engañar a tu cuerpo para que se mimetice con el sexo opuesto- afecta al resto del organismo.
Dudo que ningún padre que haya dado su consentimiento para administrar testosterona a su hijo (un tratamiento para toda la vida) sepa que posiblemente también le esté administrando medicamentos para la tensión arterial, el colesterol, la apnea del sueño y la diabetes.
Pero a veces la comprensión de los padres de lo que habían accedido a hacer a sus hijos llegaba con fuerza repentinamente.
Como esta madre:
El Jue, 9 junio 2022 a las 11:20 AM XXXXXXXXXXXXXXXXXXX escribió:
Hola
Por favor, les comunico que revoco mi consentimiento para este tratamiento médico. Las notas han bajado, ha tenido una consulta de salud conductual y ahora está tomando 5 medicamentos diferentes. Lexipro, Trazadona, Buspar, etc.
XXXXX es una sombra de lo que era plagado de ansiedad. Quién sabe si es por los bloqueadores hormonales o por los otros medicamentos. Revoco mi consentimiento. Quiero que el bloqueador hormonal sea retirado.
Gracias.
Pacientes desatendidos y con enfermedades mentales
Además de las adolescentes, nos remitieron otro grupo nuevo: jóvenes de la unidad de hospitalización psiquiátrica, o del servicio de urgencias, del Hospital Infantil de San Luis. La salud mental de estos niños era muy preocupante: tenían diagnósticos como esquizofrenia, trastorno de estrés postraumático, trastorno bipolar y otros. A menudo ya tomaban un puñado de fármacos.
Era trágico, pero no sorprendente, dado el profundo trauma que algunos habían sufrido. Sin embargo, por mucho sufrimiento o dolor que hubiera padecido un niño, o por poco tratamiento y cariño que hubiera recibido, nuestros médicos veían la transición de género -aun con todos los gastos y dificultades que conllevaba- como la solución.
Por mucho sufrimiento o dolor que hubiera padecido un niño, o por poco tratamiento y cariño que hubiera recibido, nuestros médicos veían la transición de género -aun con todos los gastos y dificultades que conllevaba- como la solución.
Algunas semanas parecía que casi todos nuestros casos eran jóvenes perturbados.
Por ejemplo, un adolescente acudió a nosotros en el verano de 2022 cuando tenía 17 años y vivía en un centro de internamiento porque había estado abusando sexualmente de perros. Había tenido una infancia horrible: su madre era drogadicta, su padre estaba en la cárcel y él había crecido en hogares de acogida. Fuera cual fuera el tratamiento que recibía, no funcionaba.
Durante la admisión, me enteré por otro asistente social de que, cuando saliera, planeaba reincidir porque creía que los perros se habían sometido voluntariamente.
En algún momento, expresó su deseo de convertirse en mujer, así que acabó siendo atendido en nuestro centro. A partir de ahí, acudió a un psicólogo del hospital que era conocido por dar el visto bueno a prácticamente todas las personas que deseaban una transición. Entonces nuestro médico le recomendó hormonas feminizantes. En ese momento, me pregunté si se estaba haciendo como una forma de castración química.
El psicólogo del hospital era conocido por dar el visto bueno a prácticamente todas las personas que deseaban una transición.
Ese mismo pensamiento volvió a surgir con otro caso. Éste se produjo en la primavera de 2022 y se refería a un joven que padecía un intenso trastorno obsesivo-compulsivo que se manifestaba como un deseo de cortarse el pene después de masturbarse. Este paciente no expresaba disforia de género, pero también recibía hormonas. Le pregunté al médico qué protocolo seguía, pero nunca obtuve una respuesta clara.
In Loco Parentis
Otro aspecto inquietante del centro era su falta de consideración por los derechos de los padres, y hasta qué punto los médicos se consideraban más informados a la hora de tomar decisiones sobre el destino de estos niños.
En Missouri, sólo se requiere el consentimiento de uno de los progenitores para el tratamiento de su hijo/a. Pero cuando había una disputa entre los padres, parecía que el centro siempre se ponía del lado del progenitor que daba su consentimiento.
Mis preocupaciones sobre este enfoque de los padres disidentes aumentaron en 2019 cuando uno de nuestros médicos testificó en una demanda de custodia contra un padre que se oponía al deseo de la madre de comenzar a tratar a su hija de 11 años con bloqueadores de la pubertad.
Yo había hecho la llamada de admisión original, y encontré a la madre bastante inquietante. Ella y el padre se estaban divorciando, y la madre describía a la hija como "una especie de marimacho". Así que ahora la madre estaba convencida de que su hija era trans. Pero cuando le pregunté si su hija había adoptado un nombre de chico, si estaba angustiada por su cuerpo, si decía que se sentía como un chico, la madre dijo que no. Le expliqué que la niña no cumplía los criterios para una evaluación.
Un mes después, la madre volvió a llamar y dijo que su hija ahora usaba un nombre de chico, que estaba angustiada por su cuerpo y que quería hacer la transición. Esta vez, la madre y la hija recibieron una cita. Nuestros profesionales decidieron que la niña era trans y le recetaron un bloqueador de la pubertad para impedir su desarrollo normal.
El padre se opuso rotundamente, dijo que todo esto venía de la madre, y se inició una batalla por la custodia. Tras la vista, en la que nuestro médico testificó a favor de la transición, el juez se puso de parte de la madre.
Planteé mis preocupaciones sobre la patria potestad y el consentimiento en correos electrónicos como este:
De: Reed, Jamie
Enviado: Miércoles, 23 junio 2021. 10:55 AM
A: xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Asunto: Re: Solicitud de consejo
Gracias, no tengo ningún problema interpretando o entendiendo los elementos que ella comenta más abajo. Me estaba preguntando más por la forma en que ahora se está determinando el consentimiento.
Mis preocupaciones son que el juez está esencialmente retirando el elemento de consentimiento parental y lo está poniendo en nuestras manos.
El juez podría haber concedido la decisión médica al padre u otorgado la custodia legal al padre. En su lugar, el juez pone en manos del centro la toma de decisiones para la transición médica. Y este es un paciente que aún no ha cumplido 16 años.
-Jamie
“Quiero recuperar mis pechos”
Como yo era la persona encargada de admisiones, tenía la perspectiva más amplia de nuestros pacientes existentes y potenciales. En 2019, un nuevo grupo de personas apareció en mi radar: desistidores y destransicionadores. Los desistidores deciden no llevar a cabo una transición. Los destransicionadores son personas transgénero que deciden volver a su género de nacimiento.
En 2019, un nuevo grupo de personas apareció en mi radar: desistidores y destransicionadores.
El único colega con el que pude compartir mis preocupaciones coincidió conmigo en que debíamos hacer un seguimiento del desistimiento y la destransición. Pensábamos que los médicos querrían recopilar y analizar estos datos para averiguar qué se les había pasado por alto.
El único colega con el que pude compartir mis preocupaciones coincidió conmigo en que debíamos hacer un seguimiento del desistimiento y la destransición. Un médico se preguntó en voz alta por qué iba a dedicar tiempo a alguien que ya no era su paciente.
Nos equivocamos. Un médico se preguntó en voz alta por qué iba a dedicar tiempo a alguien que ya no era su paciente.
Pero aún así, creamos un documento y lo llamamos Lista de Banderas Rojas. Era una hoja de cálculo Excel en la que se hacía un seguimiento del tipo de pacientes que nos quitaban el sueño a mi colega y a mí.
Uno de los casos más tristes que presencié fue el de una adolescente que, como muchos de nuestros pacientes, procedía de una familia inestable, vivía en una situación incierta y tenía antecedentes de consumo de drogas. La inmensa mayoría de nuestros pacientes son blancos, pero esta chica era negra. La hormonaron en el centro cuando tenía unos 16 años. A los 18, se sometió a una doble mastectomía, lo que se conoce como "cirugía superior".
Tres meses después llamó a la consulta del cirujano para decir que volvía a su nombre de nacimiento y que sus pronombres eran "ella" y "suya". De manera desgarrada, le dijo a la enfermera: "Quiero recuperar mis pechos". La consulta del cirujano se puso en contacto con nuestra oficina porque no sabían qué decirle a esta chica.
Mi colega y yo dijimos que nos pondríamos en contacto con ella. Tardamos un tiempo en localizarla, y cuando lo hicimos nos aseguramos de que gozaba de una salud mental decente, que no tenía tendencias suicidas activas, que no consumía sustancias. Lo último que supe de ella es que estaba embarazada. Por supuesto, nunca podrá amamantar a su hijo.
“Sube a bordo o vete”
Mi preocupación por lo que ocurría en el centro empezó a apoderarse de mi vida. En la primavera de 2020, sentí la obligación médica y moral de hacer algo. Así que hablé en la oficina y envié muchos correos electrónicos.
He aquí sólo un ejemplo: El 6 de enero de 2022, recibí un correo electrónico de un terapeuta del centro pidiéndome ayuda con el caso de un varón transgénero de 16 años que vivía en otro estado. "Los padres están abiertos a que el paciente vea a un terapeuta, pero no apoyan el género y el paciente no quiere que los padres conozcan su identidad de género. Me está costando encontrar un terapeuta que afirme el género".
Le contesté: "No estoy de acuerdo éticamente con vincular a un paciente menor de edad a un terapeuta que afirmaría el género como un foco de su trabajo sin que eso se discuta con los padres y los padres estén de acuerdo con ese tipo de atención."
De: Reed, Jamie
Enviado: Jueves, 6 enero 2022. 12:52 PM
A: xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Asunto: Re: recurso terapéutico
Adjuntos: Proveedores de salud mental Versión actualizada 11_2021.docx
Esto debería ser discutido mejor en una llamada de teléfono, pero no estoy de acuerdo éticamente con vincular a un paciente menor de edad con un terapeuta que afirmaría el género como foco de su trabajo sin que eso se discuta con el padre y el padre esté de acuerdo con ese tipo de tratamiento.
En el centro no proporcionamos cuidado afirmativo de género a pacientes menores sin el consentimiento de al menos uno de los padres o guardián legal.
Tras decir esto, adjunto una lista con terapeutas para XXXXX.
Sinceramente,
En todos mis años en la Facultad de Medicina de la Universidad Washington, había recibido evaluaciones de desempeño sólidamente positivas. Pero en 2021, eso cambió. Obtuve una nota por debajo de la media en "Juicio" y "Relaciones laborales/espíritu de cooperación". Aunque me describían como "responsable, concienzuda, trabajadora y productiva", la evaluación también señalaba: "A veces Jamie responde mal a las indicaciones de la dirección, con actitud defensiva y hostilidad".
Las cosas llegaron a un punto crítico en un retiro de medio día en el verano de 2022. Delante del equipo, los médicos dijeron que mi colega y yo teníamos que dejar de cuestionar "la medicina y la ciencia", así como su autoridad. Luego, un administrador nos dijo que nos teníamos que "subir a bordo o largarnos".
El sistema de la Universidad Washington ofrece un generoso programa de pago de matrículas universitarias a los empleados con muchos años de antigüedad. Yo vivo de mi sueldo y no tengo dinero para reservar cinco matrículas para mis hijos. Tuve que conservar mi empleo. También siento mucha lealtad hacia la Universidad Washington.
Pero en ese momento decidí que tenía que salir del Centro de Atención Transgénero y, para ello, tenía que agachar la cabeza y mejorar mi próxima evaluación de desempeño.
Conseguí una evaluación decente y conseguí un trabajo coordinando la investigación en otra parte de la Facultad de Medicina de la Universidad Washington. Presenté mi renuncia y dejé el Centro de Atención Transgénero en noviembre de 2022.
Lo que me gustaría que ocurriese
Durante un par de semanas, intenté dejarlo todo atrás e instalarme en mi nuevo trabajo.
Entonces me topé con los comentarios de la Dra. Rachel Levine, una mujer transgénero que ocupa un alto cargo en el Departamento Federal de Salud y Servicios Humanos. El artículo decía: "Levine, subsecretaria de Salud de Estados Unidos, afirmó que las clínicas están procediendo con cautela y que ningún niño estadounidense está recibiendo fármacos u hormonas para la disforia de género que no debiera".
Me sentí aturdida y asqueada. No era verdad. Y lo sé por una profunda experiencia de primera mano.
Así que empecé a escribir todo lo que podía sobre mi experiencia en el Centro de Atención Transgénero. Hace dos semanas, llevé mis preocupaciones y documentos a la atención del fiscal general de Missouri. Él es republicano. Yo soy progresista. Pero la seguridad de los niños no debería ser objeto de nuestras guerras culturales.
Dado el secretismo y la falta de normas rigurosas que caracterizan la transición de género de los jóvenes en todo el país, creo que para garantizar la seguridad de los menores estadounidenses, necesitamos una moratoria sobre el tratamiento hormonal y quirúrgico de los jóvenes con disforia de género.
Dado el secretismo y la falta de normas rigurosas que caracterizan la transición de género de los jóvenes en todo el país, creo que para garantizar la seguridad de los menores estadounidenses, necesitamos una moratoria sobre el tratamiento hormonal y quirúrgico de los jóvenes con disforia de género.
En los últimos 15 años, según Reuters, EE.UU. ha pasado de no tener ninguna clínica pediátrica de género a tener más de cien. Debería realizarse un análisis exhaustivo para averiguar qué se ha hecho a sus pacientes y por qué, y cuáles son las consecuencias a largo plazo.
En los últimos 15 años, según Reuters, EE.UU. ha pasado de no tener ninguna clínica pediátrica de género a tener más de cien.
Hay un camino claro que podemos seguir. El año pasado, Inglaterra cerró el Centro Tavistock, la única clínica de género para jóvenes del país, después de que una investigación revelara prácticas chapuceras y un trato deficiente a los pacientes.
Suecia y Finlandia también han investigado la transición pediátrica y han frenado en gran medida esta práctica, al considerar que no hay pruebas suficientes de que sea una ayuda y que existe el peligro de que se produzcan grandes daños.
Algunos críticos describen el tratamiento ofrecido en lugares como el Centro de Atención Transgénero donde trabajé como una especie de experimento nacional. Pero eso es falso.
Se supone que los experimentos se diseñan cuidadosamente. Las hipótesis deben someterse a pruebas éticas. Los médicos con los que trabajé en el Centro de Atención Transgénero decían a menudo sobre el tratamiento de nuestros pacientes: "Estamos construyendo el avión mientras lo pilotamos". Ningún niño debería ser pasajero en ese tipo de avión.
Los médicos con los que trabajé en el Centro de Atención Transgénero decían a menudo sobre el tratamiento de nuestros pacientes: "Estamos construyendo el avión mientras lo pilotamos". Ningún niño debería ser pasajero en ese tipo de avión.
Excelente y aclarador testimonio de Jamie Reed. Se necesitan voces como la suya, que disparen las alarmas de tantas malas prácticas y faltas de rigor en instituciones médicas con asunto tan delicado como es la disforia de género. Gracias, muchas gracias