Esta es la traducción del artículo original:
Autor: NATHANAEL BLAKE, JANUARY 11, 2023
El documental muestra que los padres que se oponen al transgenerismo no son las personas intolerantes que los transactivistas y sus aliados han estado retratando en los medios.
Los padres que se oponen a la llamada transición de sus hijos no son los malos. Los son los activistas transgénero que han promulgado una falsa narrativa, que etiqueta a estos padres como intolerantes que inducen al suicidio, cuando en realidad tratan de proteger a sus niños de una ideología destructiva que promueve experimentos médicos peligrosos.
La explosión de la ideología e identidad transgénero debería ser el tema de una serie documental crítica y bien financiada, del tipo que gana premios en Sundance, es destacada en Netflix y es elogiada en los medios corporativos. En cambio, el fenómeno se está abordando poco a poco, con acercamientos parciales de productores independientes. El documental de Matt Walsh “What is a Woman?” [¿Qué es una mujer?] es el más destacado de éstos. A estos esfuerzos se une ahora “Dead Name” [Nombre Muerto], un nuevo documental de Taylor Reece que destaca a los padres mientras cuentan su versión de la historia.
“Dead Name” captura el dolor y la confusión de padres intentando proteger a sus hijos de autolesiones inducidas por una ideología que les enseña a despreciar sus cuerpos. El documental, que se puede alquilar o comprar en Vimeo, está realizado profesionalmente con un presupuesto limitado, con imágenes que hace difícil mirar a otro lado.
“Dead Name” captura el dolor y la confusión de padres intentando proteger a sus hijos de autolesiones inducidas por una ideología que les enseña a despreciar sus cuerpos.
Historias compartidas de padres que quieren lo mejor para sus hijos
El documental presenta a tres padres, Amy, Helen y Bill, cada uno de ellos en circunstancias diferentes cuando sus hijos reclamaron una identidad trans.
La hija de Amy tenía 15 años cuando empezó a identificarse transgénero, el hijo de Helen tenía 4 y el hijo de Bill estaba comenzando el la universidad. No obstante, surgieron puntos en común entre sus casos. Cada padre vio la afirmación de ser transgénero como un producto repentino de influencias externas. Todos se opusieron a los terapeutas de sus hijos, ninguno de los cuales cuestionó las nuevas identidades transgénero.
Cada padre vio la afirmación de ser transgénero como un producto repentino de influencias externas. Todos se opusieron a los terapeutas de sus hijos, ninguno de los cuales cuestionó las nuevas identidades transgénero.
Pero la mayor coincidencia fue el sufrimiento que todos los padres compartieron.
Contrariamente a las afirmaciones de los trans activistas, estos padres aman a sus hijos y se oponen a la transición porque quieren lo mejor para ellos. La genialidad de “Dead Name” está en dejarles hablar; el documental se hace difícil de ver porque el amor angustiado que estos padres sienten por sus hijos es tan claro cómo doloroso para el espectador.
Contrariamente a las afirmaciones de los trans activistas, estos padres aman a sus hijos y se oponen a la transición porque quieren lo mejor para ellos
Este es un documental necesario porque no está hecho para sentirse bien. Solo una de las historias tiene lo que podría llamarse un final feliz; las otras concluyen en la incertidumbre o algo peor.
Destacando las mentiras del movimiento trans
Y sin embargo, hay esperanza en medio del sufrimiento, en parte porque compartir estas historias de dolor pueden ayudar a refutar la falsa ideología que las llevó a esto. Cada caso también destaca distintas mentiras y abusos del movimiento transgénero.
La hija de Amy ilustra la oleada de chicas adolescentes que repentinamente se declaran trans. Desde el punto de vista de Amy, esto no fue algo “orgánico” de su hija, sino algo que “vino de fuera y la arrastró”. La hija de Amy desplegó la conocida amenaza de suicidio, y le dieron hormonas a espaldas de su madre ,después de una sola cita online con Planned Parenthood. Sin embargo, la transición solo la hizo más retraída.
La hija de Amy desplegó la conocida amenaza de suicidio, y le dieron hormonas a espaldas de su madre ,después de una sola cita online con Planned Parenthood. Sin embargo, la transición solo la hizo más retraída.
El caso de Helen demuestra cómo los niños pequeños son adoctrinados sobre las identidades transgénero. Su hijo hizo la transición social en la guardería y en el colegio con el apoyo de su ex. Helen inicialmente estuvo de acuerdo asumiendo que era solo una fase. Pero cuando persistió, y su hijo en edad de jardín de infancia, empezó a repetir lo que le habían dicho sobre transformar quirúrgicamente su pene en una pseudo vagina (los videos del niño que ella comparte repitiendo lo que le habían dicho sobre la cirugía genital son desgarradores), ella se volvió cada vez más resistente a la identidad en la que estaba siendo aleccionado.
El caso de Helen demuestra cómo los niños pequeños son adoctrinados sobre las identidades transgénero. Su hijo hizo la transición social en la guardería y en el colegio con el apoyo de su ex.
Su hijo se convirtió en “dos niños diferentes: una niña llamada Rosa con mi ex y un niño llamado Jonas conmigo”.
Su hijo se convirtió en “dos niños diferentes: una niña llamada Rosa con mi ex y un niño llamado Jonas conmigo”. En el final más feliz de estas historias, Helen obtuvo la custodia legal exclusiva, pero no la custodia física exclusiva. Ella concluye que su hijo todavía está partido en dos, ya que su ex todavía lo llama Rosa.
Finalmente, está Sean, el hijo de Bill, quién soportó mucho en vida. Luchó contra el cáncer sobre todo, perdió una pierna y recibió un trasplante de médula ósea. Su madre murió y también perdió a un hermano mayor por una sobredosis de heroína. A pesar de todo siguió adelante, pero en su primer año de universidad cayó en los círculos sociales trans y se anunció cómo transgénero. Su padre cree que Sean era vulnerable a la ideología porque no le gustaba su cuerpo devastado por el cáncer.
Sean, el hijo de Bill, luchó contra el cáncer sobre todo, perdió una pierna y recibió un trasplante de médula ósea. Su madre murió y también perdió a un hermano mayor por una sobredosis de heroína.
en su primer año de universidad cayó en los círculos sociales trans y se anunció cómo transgénero.
Muere adolescente devastado por el cáncer
Sin embargo, los problemas médicos de Sean hacían especialmente peligrosa la transición física y por eso su endocrino inicialmente rehusó a prescribirle hormonas. Pero eso no fue el final. El continuó identificándose como trans hasta su muerte repentina, que Bill sospecha que puede haber sido causada no por una progresión del cáncer, sino porque al final obtuvo y tomó hormonas femeninas.
Sean continuó identificándose como trans hasta su muerte repentina, que Bill sospecha que puede haber sido causada no por una progresión del cáncer, sino porque al final obtuvo y tomó hormonas femeninas.
Incluso la muerte de Sean no detuvo las disputas sobre su identidad. Sus nuevos amigos se quejaron amargamente sobre el servicio conmemorativo en el que se usó su "dead name" ("nombre de nacimiento") en lugar de su nuevo apodo trans: consideraban un insulto que un padre llorara a su hijo muerto por su nombre de pila.
Sus nuevos amigos se quejaron amargamente sobre el servicio conmemorativo en el que se usó su "dead name"
El desdén de estos activistas por un padre tampoco debería ser una sorpresa, ni siquiera en el cementerio. Después de todo, el nombre de Sean representa la existencia dada contra la cual se rebela el transgenerismo. Estamos encarnados como hombre o mujer, y no podemos cambiar esto por un acto de voluntad o un deseo, ni siquiera a través de la alteración química o quirúrgica se puede cambiar al otro sexo.
Estamos encarnados como hombre o mujer, y no podemos cambiar esto por un acto de voluntad o un deseo, ni siquiera a través de la alteración química o quirúrgica se puede cambiar al otro sexo.
“Dead Name” muestra el dolor de los padres que luchan por mantener a sus hijos alejados de este camino autodestructivo. El director tomó la decisión correcta de centrarse en solo tres historias, con solo breves entrevistas a expertos y viñetas adicionales al final del documental, ya que esto permite a los espectadores conectar con estos padres, que no son los villanos intolerantes que han sido retratados por activistas trans y sus medios aliados. Más bien, aman a sus hijos y quieren protegerlos de la autodestrucción de vivir una mentira.
Nathanael Blake es colaborador principal de The Federalist y compañero postdoctoral en el Centro de Ética y Políticas Públicas.
Resulta muy doloroso ver como un ser querido, en este caso mi nieta, se fortalece en su nueva identidad, de la que estoy convencida se equivoca, sin poder hacer nada al respecto, solo quererla y acompañarla, escucharla, hablar con ella, enseñarla a pensar por sí misma mientras madura, a que amplíe su mirada mientras va experimentando. Ella cree que nosotros estamos equivocados. Nosotros, su familia, que respetamos la vida, que la escuchamos, que sabemos (que creemos saber) con claridad el origen y los factores determinantes que la condujeron a querer cambiar de sexo. Nosotros que somos gente prudente, que intentamos hacer las cosas bien, con respeto, con el mínimo dolor para todos las partes, a sabiendas de las consecuencias, irreversible…