“La disforia se crea socialmente, bajo la mirada atenta del sexismo,
- Nagore Goicoechea, mujer desistidora
En poco tiempo, se ha hecho fuerte entre nosotros una realidad paralela digna de las mejores series de ciencia ficción más inverosímiles.
El primer mundo ha decidido detener el crecimiento de sus niñas y niños. Hoy, queremos explicar brevemente porqué estamos tan preocupadas por esta nueva violencia, que nos recuerda a “pandemias” anteriores, como los trastornos de la conducta alimentaria, que afectan mayoritariamente a las niñas y las adolescentes.
Creemos que está en juego el futuro y bienestar de nuestra infancia y adolescencia y que es fundamental dar la batalla contra una ideología reaccionaria y acientífica, que cuenta con poderosos patrocinadores.
Esto no es un fenómeno nuevo. Conocemos culturas que planchan los pechos de las niñas con piedras calientes, una tradición de abuso infantil que asoma en Europa. que las familias consideran como medida de disuasión para impedir que la niña atraiga la atención de los hombres y retrasar lo más posible los matrimonios de menores. Esta mal llamada costumbre es descrita por la ONU, como uno de los cinco delitos de violencia machista menos denunciados a nivel mundial.
A nuestros ojos, esta práctica, como la de la ablación, tiene muchas similitudes con los tratamientos de hormonación y cirugías de reasignación de sexo que pretenden ofrecer a nuestras niñas los ideólogos de las teorías transgeneristas, como si fueran inocuos, sabiendo que son irreversibles y que dañan su cuerpo sano de forma permanente.
La llamada incongruencia o disforia de género, que es un trastorno que solo afectaba, tradicionalmente, a un 0,01% de la población (0,003% en el caso de mujeres) se ha transformado en un movimiento social con todas las características de una pandemia.
Los números son estremecedores. Por ejemplo, en Madrid (Hospital Ramón y Cajal de Madrid) la Unidad de Identidad de Género ha visto un incremento de solicitudes de atención del 500% entre 2017 y 2019.
En RU el número de menores de ambos sexos, derivados a Tavistock, la clínica de identidad de género de los servicios públicos de salud de Inglaterra, aumentaron en un 4000% en la última década. Por ponerlo en números tangibles: en RU en 2009 atendían la clínica de género 77 menores de 18 años de ambos sexos. En 2019 eran 2.590, el 70% niñas.
Estas cifras indican, no sólo un cambio radical de tendencia, ya que precisamente la incongruencia con el propio cuerpo afectaba mayoritariamente a varones, sino también un cambio y un crecimiento increíblemente acelerado que demanda explicaciones.
Parece que las niñas están desesperadas por escapar de los peligros y las estructuras de tener cuerpos femeninos. No nos debería sorprender tanto, si observamos la hiper sexualización de sus cuerpos de niña, tanto en redes sociales como en medios más tradicionales como series de televisión. Por poner un ejemplo, empiezan a consumir pornografía con 8 años, que se convierte en su modelo de sexualidad incluso antes de haber experimentado de forma espontánea la propia. Creen ser hombres, en gran parte, porque reniegan del modelo de mujer que ven.
Es muy importante, en este sentido, el estudio pionero sobre este fenómeno de la doctora en medicina Lisa Littman (2017. Universidad de Brown) que fue quien acuñó el concepto de “disforia de género de inicio rápido “(ROGD en sus siglas en inglés, DGIR en español). Es un fenómeno que fermenta en grupos de amigas y se esparce dentro de ellos a modo de contagio y refuerzo colectivo, muy similar a lo que se vio con el fenómeno de la anorexia y bulimia en los años 90. También cuenta con potentes altavoces en las redes.
La experiencia que se va recogiendo de este nuevo fenómeno ha demostrado que, muchos de esos cuadros de disforia, están asociados a otros problemas de salud mental subyacente, como los espectros autistas, de atención e hiperactividad, disconformidad con su cuerpo, o haber padecido maltrato, abusos sexuales etc.
También es un hecho comprobado que, niños y niñas que no pasan por bloqueadores de la pubertad y hormonación, una vez pasada la pubertad superan la disforia de forma espontánea y, en bastantes casos, llegan a la edad adulta como hombres y mujeres homosexuales o bisexuales. El endocrino Antonio Becerra sostiene que sólo un 15-20% de las niñas y niños consideradas transexuales siguen siéndolo tras la pubertad.
Transexualidad: la búsqueda de una identidad.
El problema con la nueva Ley Trans - Borrador de la “Ley para la igualdad real y efectiva para las personas trans” y con otras leyes que la complementan, como La conocida como Ley Rhodes para la infancia, es que se permitirá que niñas y adolescentes que no han alcanzado el suficiente grado de madurez tomen decisiones que afectarán irrevocablemente al resto de su vida. Y que se podrá invalidar la patria potestad de los padres, que pasarían a depender de un tutor legal.
Algunos párrafos de la Ley Trans:
"Las personas mayores de 16 años estarán plenamente legitimadas para solicitar la rectificación registral del sexo"
"Las personas menores, de entre 12 y 16 años, podrán realizar la rectificación de la mención registral del sexo, en el supuesto de desacuerdo con los progenitores o tutores, entre sí o con la persona menor de edad o incapacitada podrá efectuar solicitud a través de cualquiera de sus representantes legales o bien se procederá al nombramiento de un defensor judicial"
"La negativa de respetar su identidad de género por parte de su entorno familiar será considerada perjudicial para su desarrollo social y a efectos de valorar una situación de riesgo de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 17 de la Ley Orgánica 1/1996 de 15 de enero de Protección Jurídica del Menor, de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil"
"El tratamiento hormonal en el caso de las personas menores de edad comprenderá el tratamiento para el bloqueo hormonal al INICIO DE LA PUBERTAD, para evitar el desarrollo de carácteres secundarios no deseados y el tratamiento hormonal cruzado para favorecer que su desarrollo corporal se corresponda con el de las personas de su edad, a fin de propiciar el desarrollo de carácteres sexuales secundarios deseados"
"La existencia de un diagnóstico de enfermedades psiquiátricas no obsta a la validez del consentimiento expresado para llevar a cabo el proceso de transición de género, si el mismo ha sido libremente formulado"
Estas teorías transgeneristas se están filtrando ya en los currículums escolares, en el sistema sanitario, en el jurídico, en los medios de comunicación. Todo ello supone, sin duda, un estímulo al crecimiento de la población autodefinida trans (sobre todo en los menores).
En internet hay sitios que explican cómo descubrir tu “identidad trans”, y cosas similares se aprenden en colegios e institutos, donde se enseña a niñas y niños que su identidad puede ser otra, ya que los planes de igualdad en los centros de enseñanza se están sustituyendo por planes de diversidad donde se cuenta a los niños que pueden nacer en “cuerpos equivocados”, aun sabiendo que no existe ningún respaldo científico al respecto. Teniendo en cuenta la influencia que el centro escolar tiene sobre los niños, consideramos que es una imprudencia por parte de las autoridades que lo promueven y lo permiten.
Según los protocolos de creciente implantación en todo el estado, la mera identificación de una alumna/o como “Trans” debe validarse sin preguntas y ser aceptados los nombres por los que estas alumnas/os desean que se dirijan a ella o el.
Otro de los grandes problemas es la facilidad con que pueden acceder a la adquisición de hormonas en Internet, como es el caso de Gender GP que se enfrenta a un juicio contra su directora por vender hormonas a menores.
Nosotras nos hacemos varias preguntas:
1. ¿Por qué este afán de explicar a los niños que pueden nacer “en cuerpos equivocados”?
Como decíamos anteriormente, se están aprovechando los planes de igualdad para entrar en las aulas para difundir entre el alumnado que tienen algo dentro, una identidad de género, que puede no corresponder con el sexo “asignado” al nacer. Cuerpos equivocados, almas acertadas.
Y, aprovechando su vulnerabilidad infantil y la autoridad que proporciona el centro escolar, saben que, con total seguridad, la/os niña/os se lo creerán e incorporarán como algo natural, igual que cualquier otro concepto explicado en cualquier otra asignatura. ¿Por qué esa insistencia? ¿Quién se beneficia?
2. ¿Por qué se hace propaganda de un problema?
En palabras de la psicóloga Cruz Torrijos “estas leyes y teorías generistas no promueven la igualdad, promueven que haya más “trans”.
Y, además, es una ideología profundamente sexista, basada en la estimulación de los roles de género y en deseos particulares. Es un atentado contra la salud de niñas y niños, sobre todo niñas.
Consideramos que esta ideología es una suerte de violencia porque deja a las niñas desamparadas frente a su malestar, con el agravante de que pretenden blindarla por ley. Ya lo hemos dicho anteriormente: se parece mucho a aquella “moda” de la extrema delgadez, con la diferencia de que aquello no se materializó en una ley que lo promoviera, y ya las feministas hicimos muchas campañas, con gran éxito, para retirar la publicidad de mujeres excesivamente delgadas.
Las niñas se han sentido disconformes con sus cuerpos desde el principio de los tiempos. Pero, ahora, esta disconformidad se promueve desde las instituciones. Hoy, de nuevo, el precio puede ser la Salud de nuestras niñas
Desde nuestra visión feminista consideramos que, si no hubiera normativas o comportamientos fuera de límites para un sexo u otro, nuestra infancia no tendría necesidad de escapar de lo que significa haber nacido mujer u hombre. Simplemente, serían. Simplemente, vivirían. Y ese es nuestro deseo.
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